23.2.16

PSICOPOMPO I. UN RELATO DE LA ANTOLOGÍA SUEÑOS



«Psicopompo», era la primera vez que escuchaba aquella palabra. Se me antojó musical, inspiradora y, sobre todo, poderosa. Había oído hablar sobre los chamanes, los cuales obraban todo tipo de prodigios: eran capaces de interpretar los sueños, curar la enfermedad. También recuperaban almas, las guiaban.
Otra entrada que tenía atrasada. Lo admito. Los que me seguís por las redes sociales ya teníais noticia de esto relato publicado en la antología benéfica Sueños con la editorial Otros Mundos.

Cuesta creer que hasta ahora no os haya hablado de esto con un poco más de profundidad, sobre todo teniendo en cuenta lo mucho que me gusta parlotear acerca de mi Ciclo Chamán que por el momento cuenta con dos relatos publicados: Psicopompo y El morador de Monte Rainnier (Ánima Barda #3). Y sí, este es el orden cronológico. El origen de las aventuras del chamán Neil es la esencia de Psicopompo.
Un ciervo frente a mí. Ahí, parado, con su pelaje aguamarina y su poderosa cornamenta dorada, que asemejaba las ramas nudosas de un árbol, era con diferencia lo más hermoso que había podido contemplar en toda mi vida. Las extremidades largas y finas culminaban en una pezuña turmalina dividida en dos.
Nuestro escenario no es otro que los Montes Nuba, en Kordofán, África. Este territorio conflictivo aún en la actualidad parece haber sido condenado por la historia: árabes y turcos los esclavizaron, el gobierno los discriminaba al considerarlos una raza inferior…






Y es precisamente en este enclave desangrado por la violencia y  el hambre donde Neil recibe la llamada, ese acto mágico que revela la naturaleza de un sujeto como chamán.

En los momentos más oscuros puede surgir la luz, es una constante en la historia de la humanidad, es los tiempos difíciles es donde le regalamos al mundo la nobleza y la vileza que habitan en nuestro interior. Porque nos componemos de claroscuros y es que este joven y entrañable Neil está a punto de abandonar la confortable crisálida que es su infancia, porque renacerá… y para eso, primero uno ha de morir.
Oma Parish se presentó al amanecer con el rostro teñido por la luz anaranjada del astro rey, que suavizaba sus rasgos curtidos por el clima de la región y una vida dedicada a la búsqueda del conocimiento en lugares remotos donde un occidental no sobreviviría sin ayuda.
Una figura que será fundamental en el desarrollo de nuestro protagonista será Oma Parish el brujo que guía a los nuba y que se revela como el maestro que acude al alumno dispuesto. A partir de aquí podréis conocerlo mejor en los demás relatos (que por cierto, el tercero busca hogar je, je).

Es cierto que al ser Neil aún profano en esto del conocimiento, el relato tiene un tono más juvenil que El morador de Monte Rainnier (al fin y al cabo aquí nos encontramos con un Neil adulto y en pleno uso de sus facultades), pero sigue conservando ese regusto weird.




¡Joder, no quería morir! ¡Ni quedar atrapado en los extraños mundos a los que los brujos viajaban! Durante unos segundos que se me hicieron eternos, cerré los ojos y deseé con todas mis fuerzas que todo aquello solo fuese un extraño sueño y que al volver a abrirlos despertase de nuevo en África.
Os dejo el enlace por si queréis curiosear o colaborar con la causa (después de que os haya puesto la miel en los labios), lo tenéis en español y en catalán: aquí. Sí, es la primera vez que se traducen mis letras a otra lengua y no podéis imaginar la ilusión que me hace.

Es cierto que lo onírico, lo sobrenatural, lo esotérico… pueblan este ciclo que se teje a sí mismo relato a relato, con cada una de vuestras lecturas, aunque no deja de hablar de los temas fundamentales: de las grietas, de esos golpes que nos da la vida y que nos crean.
 
El animal fijó sus ojos acuosos en los míos.
«Te estaba buscando».



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